
Cuando me preguntan por qué me interesa tanto trabajar con personas, contesto siempre lo mismo: es muy gratificante ver a la gente expresando todo su potencial y darlo todo para ser ell@s mism@s. Es en parte el motivo, como veréis, de seguir utilizando el género doble con la @.., y no con la X, como está tan de moda últimamente. ¿Por qué? Porque mi vocación siempre ha sido universal, humanista, y la X me resulta fría y robótica y no me transmite la misma sensación que la arroba, tan gordezuela y simpática ella. Tan.., humana 🙂
Nada más universal y humanista que una coach convencida de lo que hace; y es que comprobar como cada cual tiene la oportunidad de deshacerse de sus miedos, de sus límites, de sus propias creencias limitadoras, es un auténtico placer… Hoy, en este Día de los Enamorados 2019, San Valentín para l@s afortunad@s que tienen el corazoncito ocupado, no puedo dejar de pensar en que también es una fecha triste para muchas otras personas. Entre estas personas me acuerdo de varias, y no puedo evitarlo. El último descubrimiento que he hecho en materia de psicología me invita a reflexionar sobre el dolor que provoca la pérdida.., de una de las peores formas posibles, de aquell@s a quienes amamos: a través de la onerosa LEY DEL HIELO.
Por mi profesión suelo relacionarme a menudo con psicólogos y otros profesionales de parecida índole… Sin embargo nunca había oído hablar de «La Ley del Hielo» hasta hace muy poco. Se trata de un conjunto de comportamientos que tienen por objetivo ignorar, cuando no ningunear, a otra persona. Los expertos afirman que se trata de una modalidad de abuso psicológico en toda regla, cosa que jamás se me hubiera ocurrido pensar.
En este vídeo de 4 minutos y medio se resume bastante bien en qué consiste esta «Ley del Hielo»… Es más que probable que tod@s hayamos sido víctimas de dicha forma de abuso encubierto en algún momento de nuestras vidas. También es probable que no nos hayamos dado cuenta de que era abuso, y que por consiguiente sus efectos nos hayan hecho mella de forma inconsciente, sin percatarnos.
Es asimismo bastante probable que la o las personas que nos hayan obsequiado con este comportamiento tan dañino tampoco sean conscientes del dolor que nos estaban causando. Descartando patologías, el uso de la Ley del Hielo denota como mínimo una intensa falta de competencias en materia de inteligencia emocional. Y lo cierto es que he titulado con tanta dureza este artículo porque, según afirman los expertos, las consecuencias de la Ley del Hielo para nuestra psique pueden ser peores de lo que pensábamos.
Estrés emocional. Traumas. Sentimientos de tristeza profunda. Depresión. Ira, miedo y culpa. Cambios en el cerebro. Dolor emocional intenso. Frustración, sensación de desamparo…
La lista es larga pero éstas son algunas de las cosas que podremos experimentar cuando alguien nos aplica la Ley del Hielo. El silencio que castiga, además de ser una crueldad, es un arma de doble filo (puesto que no soluciona nada, más bien todo lo contrario). Superar este trato vejatorio, que pretende manipularnos y controlarnos, enviándonos sin anestesia alguna el mensaje de que no somos dignos de atención, cuando no nos adjudica directamente la categoría de despreciables o invisibles, es una tarea titánica a veces. Todo depende de nuestro grado de empatía con el agresor, de la valoración y la estima que le tengamos, y de la naturaleza de nuestra relación con él.
Profundizando en la Ley del Hielo y sus graves efectos en el otro:
La autoestima absolutamente devastada que en múltiples ocasiones deja tras de sí esta Ley del Hielo (o Tratamiento del Silencio, como también se le conoce) puede ser el objetivo, o no, de las personas que la aplican. Es verdad que much@s utilizan ese silencio como una forma de expresar su enojo, o también para conseguir lo que ellos llaman «escarmentar a los demás«. Sin embargo, es una estrategia que no funciona: como he intentado expresar con la foto que he subido, lo único que consigue es que la otra persona también se cierre en banda a la comunicación, estableciéndose una brecha relacional francamente difícil (cuando no imposible) de trasponer.
Sea cual sea la razón que se esgrima para utilizarla, el objetivo último de la Ley del Hielo es doblegar al otro, someterle… Se parte de la premisa de que es la otra persona la única responsable de la situación: la única culpable. Quien se calla no tiene en realidad ningún interés en resolver el conflicto mediante el diálogo: sólo quiere que el otro acepte su punto de vista, sin restricciones. A largo plazo, esta táctica tan sólo generará un rencor profundo en ambos, y sobre todo en el otro, que interpreta el silencio (certeramente) como un intento soterrado de someterle emocionalmente. Las reacciones a este conflicto encubierto pueden ser variopintas (dependiendo de la fortaleza emocional del agredido), pero desde luego nunca positivas.
El silencio es el ruido más fuerte; quizá el más fuerte de los ruidos
Miles Davis.
Quiero terminar esta breve (muy breve: la cuestión da para esto y mucho más) introducción al tema del uso del silencio como estrategia de manipulación con el siguiente vídeo, en el que la psicóloga Lucy Serrano nos da su particular versión de este tratamiento silencioso y de las soluciones que se pueden aplicar en este tipo de conflictos, en el caso específico de las relaciones de pareja.
Os deseo (a l@s que estáis en pareja felizmente arrejuntadicos en este Día de San Valentín, jejeje) muy buena noche.., y os propongo una próxima cita con la Ley del Silencio en mi próximo post.., donde trataré el tema desde una perspectiva diferente: la del que lo recibe. Y donde explicaré lo que podemos hacer desde el enfoque del Coaching de Desarrollo Personal cuando nos enfrentemos en nuestra vida a este tipo de situaciones tan desagradables, tóxicas y dañinas.
¡Hasta la próxima!
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